martes, 24 de diciembre de 2024

Un recuerdo de Navidad


En un viejo cuaderno, aparecido en una de las últimas cajas de la mudanza, he encontrado este relato, basado en algo que pasó hace mucho tiempo y que procedo a transcribir con mínimos cambios.

El primer recuerdo se asemeja a como cuando entras en un cine y la imagen está desenfocada y tu ojo se va acostumbrando poco a poco hasta ver con claridad. Mi ojo ve un ojo. Un ojo de besugo. Es Nochebuena y debe ser 1976. Mi abuelo y el besugo. El ojo del besugo me mira. Su carne es muy blanca y muy suave. La raspa es muy grande y me impresiona.

Mi abuela cuenta siempre la misma anécdota: el año en que mi tía Marina apareció tarde y preguntó qué podía hacer y se montó una bronca tremenda.

Es un día distinto, la luz es distinta. Esa lámpara con seis bombillas con tulipas color salmón. La mesa grande puesta.

Mi abuelo cuenta siempre el mismo cuento: una niña se bañaba en el mar y perdía su medalla. Mucho tiempo después, en una cena de Nochebuena, al abrir el besugo, la medalla aparecía dentro y todos quedaban asombrados. Yo observaba el ojo del besugo y esperaba que apareciera la medalla dentro.

Nunca más he vuelto a comer besugo. Fue hace 23 años y aún lo recuerdo. Estoy en un aeropuerto esperando a la mujer que amo, escribiéndolo en el cuaderno que ella me regaló. Fue la primera Nochebuena que recuerdo. Y ese ojo me miraba. 24.11.99

Feliz Navidad.  


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