Acabo de terminar la última novela de mi adorado William Boyd. Se llama Tormentas cotidianas y, como el resto de sus novelas, es excelente como elemento de ficción. He de decir que he leído todas excepto la penúltima, a la que espero echar el ojo cuanto antes. Boyd elige un laboratorio farmacéutico y su desarrollo clínico en fase III como malo malísimo de la trama. Uno de los investigadores descubre que el blockbuster para el asma que la farmacéutica está a punto de comercializar ha matado a una serie de niños y es asesinado por orden de los directivos. Un pobre climatólogo, que pasaba por ahí, se ve involucrado en la historia y tendrá que renunciar a su identidad y vivir como un mendigo para sobrevivir.
La novela me ha encantado, aunque me ha dado que pensar qué es lo que han hecho de mal las farmacéuticas durante tantos años para que sean equiparadas a la industria de la droga, el tráfico de armas o de personas. Desde luego que ha habido ejemplos muy poco edificantes en los últimos 30-40 años (quizá de la talidomida), pero es un hecho que los medicamentos han salvado y salvan la vida de millones de personas a diario. ¿Se hará esa reflexión? ¿En qué consistirá si eso sucede?
viernes, 9 de julio de 2010
viernes, 2 de julio de 2010
Seis meses después
Miles de kilómetros y decenas de libros después, escribo unas líneas en el blog que no lee nadie, en un día de calor infernal (cualquier excusa es buena para retrasar el ponerse a trabajar) El domingo empiezo de nuevo a colaborar en la radio, hablando de cine, de libros y de vida, pero sigo escribiendo prácticamente a diario de Medicina. Estaba pensando poner en marcha un blog de temas estrictamente sanitarios, pero creo que aprovecharé este y crearé un subgrupo. Soy tan sentimental que, si abandono este, tendría la sensación de abandonar algo muy mío...
Esta semana, entre otros libros, he leído el nuevo de Enric González, Historias de Roma. He de reconocer que es una de mis debilidades, pero es tan corto que si no hubiera sido un regalo de la editorial me hubiera sentido defraudado. Así que acérquense a su biblioteca más cercana...
Ahora leo otro de mis autores contemporáneos imprescindibles: William Boyd. Ha elegido a los malvados laboratorios farmacéuticos como protagonistas. Qué juego da la industria farmacéutica como malo de la película...
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