Nada original: mi propósito para 2025 es escribir el varias-veces-empezado-pero-nunca-terminado libro de viajes. Así que, para animarme a escribirlo, me apunté a un curso gratuito de literatura de viajes en la biblioteca del barrio. Una experiencia curiosa, con un grupo variopinto de personas y un escritor que conocía de redes y que coordina la formación.
El primer consejo útil que he recibido es que tengo que acotar. He dado miles de vuelta a la estructura del libro, tengo capítulos enteros escritos en mi cabeza, solo esperando tener tiempo de dejar de escribir de medicina (lo que me da de comer), para seguir escribiendo en mi tiempo libre.
Y, como la primera tarea que nos ha puesto es escribir una sinopsis del libro que está por escribir, aquí está la mía. Acepto todo tipo de comentarios y recomendaciones.
En poco más de dos años, entre
abril de 2001 y noviembre de 2003, pisé los cinco continentes. Raquel y yo
viajamos, en nuestro viaje de bodas, a la costa este de Estados Unidos pocas
semanas antes del 11-S, buscábamos a las ballenas descendientes de Moby Dick.
Un año después, en mayo de 2002
viajé a Togo, al África Occidental, a poner en marcha un hospital solidario en
medio de la nada, en la frontera con Burkina Faso, Nigeria y Benin, con espías
disfrazados de misioneros y torres de Vodafone en medio de la selva. Un lugar
de una pobreza aterradora, donde los niños pequeños lloraban porque no habían
visto a un blanco.
Es un tópico, pero volví cambiado
de África. Cambié de trabajo, monté un periódico, quebramos de manera gloriosa
en apenas seis meses y me quedé en paro. Además, mi abuela –a la que
cuidábamos– falleció. Al volver de su entierro vi un anuncio de un nuevo
concurso en Telemadrid. Llamé, pasé el casting, participé, gané una pequeña
fortuna y nos fuimos a gastárnosla a Tailandia y Nueva Zelanda, más lejos
imposible. Teníamos el tiempo y el dinero, había que aprovechar la oportunidad.
El título del libro será “Sin
carnet de conducir. Viajes por los cinco continentes”. He elegido ese título
porque soy el pasajero que se deja llevar y que, mientras que otra persona
conduce (Raquel la gran mayoría de veces), se distrae mirando el paisaje o
consultando el mapa. O lee sobre el próximo destino.
La idea es solapar experiencias
personales con apuntes históricos y curiosidades gastronómicas, saltando de un
continente a otro, con episodios cortos.
El leit motiv serán unos
zapatos horrorosos que me compré al ganar el concurso y que entonces estaban de
moda. Con ellos viajé a Nueva Zelanda y al pueblo de Sierra Morena de mis
suegros, una zona minera en Córdoba que colapsó en los años 50, cuando se
hundió el precio del carbón, dejando un escenario apocalíptico de fábricas y
altos hornos abandonados.
Cinco continentes en cuatro viajes. Cientos de historias, cientos de recuerdos. Un libro.
Pie de foto: Ante los géiseres sulfurosos de Rotorua, Nueva Zelanda. Noviembre de 2003.
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