Lamentablemente, las decenas de
críticas de mi blog de cine anterior se perdieron, aunque creo que quizá
algunas pueda recuperarlas, cosa que espero hacer. Para ir abriendo boca, aquí
van tres estrenos de este verano.
El primero es Karate Kid:
legends, que se estrena este viernes 8 de agosto. En un titular, da lo que
promete. 94 minutos de acción, con un planteamiento que conocemos desde hace 40
años: el chico que cambia de domicilio por motivos laborales y por un trauma
del pasado, en este caso de China a Nueva York, conoce a chica y, de repente,
todo el entorno se vuelve en su contra, lo que le obligará a combatir.
El joven Ben Wang asume la responsabilidad
de ser el nuevo Karate Kid. Y lo hace con nota, así que si la taquilla
acompaña, supongo que tenemos franquicia para rato. El guión (sí, lo escribo
con tilde, qué se le va a hacer) de Rob Lieber (Peter Rabbit, Alexander y el
día terrible, horrible, espantoso, horroroso, Pesadillas 2), juega con todas
las piezas del puzzle y tenemos a Miyagi, a Jackie Chan (que sigue siendo
cabeza de cartel), a Laruso y a demás personajes clave del universo que ha
revitalizado Cobra Kai. Y no puede faltar la obligatoria historia de amor, con
Sadie Stanley (Los Goldbergs, Kim Possible) y la relación problemática
con la abnegada madre, que encarna Ming Na.
Las peleas están muy bien coreografiadas,
como no puede ser de otra manera, con guiños simpáticos al Cato Fong de las
películas de La pantera rosa o a Retroceder nunca, rendirse jamás.
El guión sí que fuerza algunas
situaciones: en una ciudad tan grande como Nueva York, ya es casualidad que los
personajes coincidan en el metro, en la calle, se inscriban en el mismo colegio
o se encuentren en el mismo hospital cuando tienen que ser atendidos. Pero los
espectadores de Cobra Kai ya estábamos más que habituados a estos azares. Un par
de animaciones intentar avanzar la trama y dar contexto, una solución que no
acabó de convencerme.
Pero la clave en esta historia es
el villano. Y Aramis Knight cumple perfectamente. Formado en artes marciales, lo
hemos visto en Into the Badlands y como Puñal Rojo en Ms Marvel. Y,
cuando llega el combate final, aunque sepamos perfectamente qué va a pasar, te
agarras a la butaca y deseas que suceda. Y sales con una sonrisa, que se convierte
en carcajada con la escena post créditos.
El regreso de Ulises, estreno 22 de agosto
La Odisea es, probablemente, mi
libro favorito. Una historia de un tipo que regresa a su pueblo, veinte años
después, a vengarse de todos los que humillan a su familia. Dice el escritor
Jorge Dioni que Homero inventó el western, hace 2.800 años. Y seguro que tiene
razón, la historia de Ulises la podía haber rodado tal cual John Ford y Howard
Hawks, trasplantada al lejano Oeste, y protagonizada por John Wayne.
La vigencia de la Odisea es tal,
que faltando un año para el estreno de la versión de Nolan, ya hay mucha expectativa
levantada, con la locura habitual de la compra anticipada de entradas y una
reventa disparatada.
Supongo que todo esto ha ayudado para el estreno -con retraso, es una producción de 2024- de El regreso de Ulises, con el aliciente de que Ralph Fiennes y Juliette Binoche vuelven a reencontrarse en pantalla, casi 30 años después de El paciente inglés.
La película, con un montaje y
vestuario austero y rodada en escenarios naturales griegos muy cercanos a
Ítaca, repasa la última parte de la Odisea, con Ulises naufragando desnudo en
la playa e internándose en la isla, donde solo un porquero (estupendo Claudio
Santamaría) acaba reconociéndolo. Destacan también como secundarios Ángela Molina
en el papel de Euriclea (la criada que Ulises), Charlie Plummer como Telémaco y
Chico Kenzari como líder de los malvados pretendientes.
El ritmo es moroso, pero me
gustó. La venganza se va cociendo, sabemos que el final será muy violento y me
gusta cómo el director Uberto Pasolini (Nunca es demasiado tarde, Cerca de
ti) va mostrando las cartas. La música de Rachel Portman, pareja de
Pasolini) me pareció un excelente complemento. Aunque, de nuevo, se obvian las reacciones de los dioses del Olimpo. Ojalá algún día se haga una película que refleje sus reacciones, tan humanas, tan de forofo de un equipo de fútbol u otro.
El mensaje de Homero, tantos
siglos después, lamentablemente sigue vigente. Como dice Penélope, “siempre hay
guerra”. Y solo hay que poner el telediario para verlo. ¿Por qué los soldados
no se quedan en casa con sus familias en vez de matar a las de otros?,
pregunta. Una pregunta que, tristemente, se queda sin respuesta.
Pero, como me estoy poniendo muy
intenso, acabo diciendo que los fans de la anatomía de Fiennes están de enhorabuena:
su preparación física para el personaje es envidiable. Y la muestra por delante
y por detrás.
Monsieur Aznavour, estreno 29 de agosto
Biopic canónico de la estrella de
la canción francesa. La película comienza con Aznavour hablando con su hermana y
confesora, admitiendo que está arruinado y que se lo juega todo en su siguiente
concierto en París. Flashback a la infancia, cuando la familia armenia
Aznavourian llega a Francia, huyendo del genocidio turco, y pasa todo tipo de
penalidades. Por cierto, que me fascina la cara de viejo que tiene el niño que
interpreta al joven Aznavour. Enhorabuena a los encargados del casting.
Se encadenan entonces toda suerte
de azares para que el joven Charles empiece a cantar y a profesionalizarse,
luchando siempre con la falta de dinero. Su único proyecto de vida, como se
recalca, es el proyecto Aznavour. E irá soltando lastre para alcanzar el
objetivo del éxito mundial, aunque para ello tenga que dejar atrás a familia,
amigos o incluso mentores de la talla de Edith Piaf.
Tahar Rahim (Un profeta, La
serpiente) hace una gran interpretación del cantante y actor, llega a
confundirse con él. Recibió este año una merecida nominación al César, la película
también fue candidata a vestuario y diseño de producción. En la dirección en el
guión y vuelven a coincidir Mehdi Idir y Grand Corps Malade (¿uno de los
mejores pseudónimos de la historia del cine?), tras Patients y Los
profesores de Sant Denis y que fueron elegidos por el propio Aznavour para
dirigir el proyecto. Cuentan con el hándicap que tener que reconstruir el París
o el Nueva York con efectos digitales, pero aprueban con nota, con otra
nominación en los César.
Al final, tras 133 minutos que se
me pasaron rápido, queda sobre todo la música maravillosa (que va impulsando la
historia con las canciones más conocidas, con guiños al hip hop de Grand Corps
Malade), las ganas de escuchar discos de Aznavour, la gran trabajo físico de
Rahim, un extraordinario plano secuencia sobre el concierto triunfal del principio
e infinidad de detalles curiosos de un personaje a descubrir. Un biopic
interesante, formulaico, pero que merece mucho la pena.
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